Los hombres son iguales corpórea y espiritualmente, por lo que suelen aspirar a los mismos fines. Esto conlleva a una enemistad y una desconfianza mutua cuando se interpone un objetivo común. Es así como la condición humana, dada por las pasiones de su propia naturaleza, genera una constante desconfianza entre los hombres, que finalmente desemboca en una lucha entre ellos. Por lo tanto es necesario crear y articular una variable que controle al hombre: la ley, que siendo un poder mayor evita la guerra, atemoriza al hombre y ejerce un control sobre él. Durante el enfrentamiento entre los hombres la vida de estos es solitaria, pobre, embrutecida y breve. Debido al temor de que la calidad de vida se vea afectada el hombre suele dar paso a la razón para controlar su naturaleza y las pasiones que están implícitas en esta. Las leyes de la naturaleza se basan en la conservación de derechos, comodidades y libertades del hombre. En esta situación es como se llevan a cabo la transferencia o renuncia mutua de derechos. Sin embargo, el hombre busca obtener un beneficio de esta relación hombre-hombre y recibir un bien que de esto espera.
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